(Por Martin Carrasco Para Solo Para Ti Radio.Com).- Cuando recordamos a aquellos hombres y mujeres que a lo largo de la historia dieron su vida para que el Evangelio llegara hasta nuestros días, un fuego debe arder en nuestros corazones.
Hombres y mujeres que pelearon contra todo, que resistieron frente a los miedos, que cerraron sus oídos a la incredulidad, que vencieron a la muerte (aún sabiendo que podían morir). Hombres y mujeres que decidieron no quebrarse frente al dolor, que prefirieron seguir creyéndole a Dios, aún cuando todo a su alrededor los invitaba a renunciar.
Hombres y mujeres que no tenían todo resuelto; al contrario, las circunstancias planteadas no siempre les eran favorables. Personas que amaban a Dios más que a sus propias vidas, personas que seguían a Jesús, y que estaban dispuestos a perder sus vidas, para luego ganarlas. Personas que no tenían nada, pero sin dudarlo entregaban todo.
Cuando vemos estos ejemplos, una antorcha se enciende en nuestros pensamientos y en nuestras manos. Cuando con los ojos del corazón vemos a esas familias enteras que morían en el imponente Coliseo Romano, o aquellos misioneros que en algún lugar del mundo ahora mismo están derramando sus palabras (aún sabiendo que pueden ser las ultimas) ahí vemos a Jesús encendiendo su antorcha en nuestra alma.
Cuando nos introducimos por unos segundos en sus zapatos, nos damos cuenta que debemos estar a la altura de las expectativas. Se nos plantea el desafío de dejar de pensar en nosotros mismos, y de amar a Dios mucho más que a nuestras propias vida.
George Bernard Shaw dijo: la vida para mí no es una pequeña vela, es una especie de antorcha que tengo momentáneamente entre mis manos, y que intento hacer arder con la mayor fuerza posible antes de pasarla a las futuras generaciones. Jesús dijo, hablando de Juan el Bautista: él era una antorcha que ardía y alumbraba (Juan 5.35)
Ese fuego del Evangelio, esa antorcha que ardió en otras millones de personas, y que ahora arde en nosotros, somos los responsables de hacer que llegue con pasión y con fuerza a la próxima generación. Estemos a la altura de las expectativas.
NOTA IMPORTANTE
Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. (Mateo 19:29)
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. (Mateo 25:34)