El “factor hormigueo“, el “escalofrío“. Hay muchas maneras de describir ese fenómeno que tantos hemos experimentado; una respuesta física a la música.
Ya sea que un temblor recorre la espalda, o se siente una cálida sensación romántica o se erizan los vellos de los brazos… como sea que se presente, es un momento de placer sublime.
La música es la taquigrafía de la emoción, decía el escritor ruso León Tolstoy, y el mecanismo preciso de este factor hormigueo sigue siendo un misterio fisiológico.
¿Qué está pasando exactamente en el cerebro y el cuerpo cuando ocurre? ¿Puede la neurociencia explicarlo? Y, con ese conocimiento, ¿se puede usar por ejemplo en el tratamiento de discapacidades neurológicas?
Esa sensación que hace temblar el cuerpo
La música es un mensaje universal. Escuchar está casi invariablemente en la lista de las diez cosas que a la gente le parecen más placenteras.
Sin embargo, por sí sola, no tiene ninguna función práctica. A diferencia de la comida, el amor y el sexo, o los instintos de supervivencia, la música no tiene un valor biológico.
La música es emocional: la gente dice que le sirve para reflexionar y para mejorar su estado de ánimo.
Su relación con nuestras emociones produce ese hormigueo, y los científicos han medido estos efectos físicos y explorado la razón para que ocurran.
¿Qué está pasando cuando experimentamos el factor hormigueo?
Muchas personas experimentan el factor hormigueo al oír ciertos momentos musicales. Este efecto no es imaginario, los científicos lo han medido.
El cuerpo experimenta cambios fisiológicos: la conductancia cutánea aumenta, el pelo se eriza, el ritmo del corazón aumenta, la temperatura del cuerpo baja, la respiración se acelera.
El hormigueo o escalofrío ocurre en los momentos de placer musical más altos. Para el cerebro es intensamente gratificante.
¿DE DONDE VIENE?
Es diferente para cada persona…
Se trata de una experiencia personal: es más probable que la música triste genere más “hormigueos” que la feliz, pero la clave es lo que a cada individuo le parezca placentero: dos personas escuchando la misma pieza musical no experimentarán necesariamente las mismas sensaciones.
…y hay una conexión con nuestros ancestros
Los centros del cerebro que están involucrados en el efecto son los de la gratificación, motivación, planeación y emoción, pero esa actividad puede ser traducida en lo físico y visceral, por ejemplo, cantando, tamborileando o aplaudiendo al ritmo de la música.
Esta respuesta física está vinculada al desarrollo del lenguaje en los humanos, y a las interacciones sociales desde el tiempo de las culturas más primitivas.
Así que, incluso la aparentemente personal y privada experiencia de escuchar música nos conecta socialmente a otros músicos y amantes de la música desde tiempos inmemoriales.
¿QUE PODEMOS APRENDER DEL HORMIGUEO?
El hormigueo o los escalofríos que producen el placer al escuchar música ha sido tema de una cantidad considerable de investigación.
Pero, de lo que se ha aprendido de la neurociencia, ¿se deriva alguna aplicación práctica?
Actividad Sensomotora
Bailar o escuchar un ritmo similar al del metrónomo puede ayudar a la gente que sufre problemas de movimiento o equilibrio asociados con la edad o enfermedad.
Lenguaje
Los mecanismos del cerebro para cantar –por ejemplo, cantar lo que se quiere decir- puede ayudar a quienes sufren de daños en las zonas del habla en el cerebro.
Cognición
Habilidades que no son musicales, como oír con precisión, recordar eventos que sucedieron hace poco y poder hacer más de una tarea a la vez pueden mejorar al aprender a tocar un instrumento musical. No hay duda el regalo de la música es uno más del Creador Supremo.
Recuperar La Salud
Algunas investigaciones científicas indican que tras una cirugía, los pacientes se pueden mejorar más rápido si se les permite escuchar la música que les gusta.