Por Esly Felipe Aliaga Mujica **
Les confieso que son muchos los temas que he deseado tocar en esta columna. Desde los más recientes y tristes incidentes que estamos observando en nuestro planeta con tantos desastres naturales, pasando por el legado ejemplar de vidas que ya partieron de este mundo, y sin dejar de mencionar el espinoso tema de la homosexualidad en la Iglesia Cristiana de hoy, que como leí por ahí, se “puso de moda nuevamente” en las últimas semanas (como si alguna vez hubiese dejado de serlo), sobre todo cuando en recientes días, una cantante de música cristiana en inglés (Jennifer Knapp), confesó públicamente que vive una relación lésbica desde hace más de ocho años.
Sin embargo, una meditación preciosa que llegó a mí y que entiendo, es de mucha mayor trascendencia para nuestro caminar diario con Jesús, ha sido el que ha tocado mi corazón y quiero compartirles de ello en esta oportunidad.
“Dios no es como yo, Jesús no es como tú, Él es mucho más de lo que podemos imaginar con nuestras mentes; Su Santidad es difícil de explicar con palabras humanas”. Que tan cierta y profunda es esta afirmación. La realidad de la Santidad de Dios y todo lo que esto significa, es algo que como seguidores de Jesús, debemos confesarlo, hemos perdido de vista.
Hoy en día es triste reconocer que seguimos viviendo sin que se entienda el significado real de la Santidad de Dios. Quizás por el concepto inexacto como el que hemos crecido. Cuando mencionamos la palabra Santo, se proyecta en nuestra mente (inmediatamente) la imagen de un hombre con rostro de supuesta bondad, con blancas vestiduras largas y una aureola brillante a pocos centímetros arriba de su cabeza; nada más alejado del real significado de esa palabra. Apartado, separado, eso es lo que significa Santo. La Santidad de Dios significa que Él está separado de toda corrupción moral, Él está libre de pecado, Él es Perfecto. La Santidad de Dios no es sólo un atributo propio de Su Persona, es inseparable de Su Esencia. La Santidad incluye todo lo que Dios es y posee, no hay nada humano que se le compare. (Isaias 6:3, Oseas 11:9, Isaias 55:8-9).
Hoy en día en el intento de hacer algo en “Su Nombre” o para Él, nos hemos quedado cortos en comprender este concepto vital y por eso vemos a una iglesia más casual e informal en su compromiso de seguir a Jesús, tomando su cruz y negándose asimismo. El entender que Dios es más que un mero concepto religioso, debiera hacernos seguidores más cuidadosos en nuestro decir, nuestro andar, en nuestro hacer, en nuestra intimidad con El que Fue, Es y Ha de Venir. ¿Qué cosa más importante puede haber en nuestra agenda personal que la de no descuidar nuestra relación personal con Jesús?
El apóstol Juan, una de las personas que tuvo tal intimidad con Cristo, que inclusive fue llamado por Él mismo, como el discípulo amado, cuando fue llevado en el espíritu a ver cosas que pocos han visto, dice que cayó como muerto a Sus Pies. El apóstol Juan, nada más y nada menos. En el capítulo 4 de Apocalipsis, él intenta describir algo humanamente imposible de hacer con palabras humanas. De una manera extraordinaria entre otras cosas impresionantes, habla del Trono y el aspecto de la persona de Cristo, tratando de encontrar palabras en su mente finita (limitada) de lo que veía. Juan, en ese intento de describir, asocia la gloria majestuosa del Señor con la de las piedras más preciosas que en ese entonces existían.
Luego sigue relatando “…Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás…tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso…; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas…”. (Apocalipsis 4:6-11).
Imagínate que de un momento a otro, estás leyendo estas líneas y en un abrir y cerrar de ojos, estás frente a una de estos seres tan asombrosos que Juan se esforzó en describir en el párrafo anterior. ¿No cambiaría radicalmente tu vida cristiana hasta estos instantes? ¿Y caerías como muerto al suelo de la impresión? Pues si esta criatura celestial que dice sin parar, día y noche: Santo, Santo, Santo delante del trono Dios es tal, imagínate ese momento en que estarás frente a este Santo e Incomparable Dios, donde nuestras opiniones y argumentos no funcionarán, nuestras excusas y pareceres no servirán de nada; sólo serán los de Él. (Hebreos 9:27).
Constantemente me sorprendo de encontrar personas, auto declaradas ateas o que dicen con una ligereza alarmante que todo esto que sucede en estos precisos momentos en el cielo, son “cuentos de hadas”. Ese instante en que tú y yo podemos aparecer en la Presencia de Dios, para darle cuenta de todo cuanto Él nos ha encargado a administrar (habilidades, propiedades, poder, autoridad, etc.) durante nuestro paso en este planeta, puede ocurrir en el momento menos pensado. Nuestras vidas dice el proverbista Salomón, son como el vapor de un café, que logras ver apenas un instante y en segundos no es más (Santiago 4:14, Proverbios 27:1, Job 7:7).
Tristemente observamos que aquellos que no desean tener una relación personal con Jesús, piensan que este universo se trata de ellos y que todo gira alrededor de sus ideas y sentimientos, siento decirte que esta película solo tiene un héroe, un solo protagonista estelar y ese no somos ni tú, ni yo. Ese momento en que tú y yo estemos en la Presencia de ese Dios Santo e Inconmensurable, puede ser en cualquier instante, quizás en lo que dura el próximo parpadeo de tus ojos.
Quizás estas líneas motiven a alguien a meditar en relación asimismo, para con su vida, con su familia, en su congregación, en todo espacio de la vida, sobre saber que El es el Creador y nosotros somos Su Creación que El está en el cielo y nosotros en la tierra – Eclesiastes 5:2.
Es cierto Él no es como tú, Él no es como yo, pero que bueno saber que Jesús no echa fuera a nadie, a ninguna persona que se le acerca (a través de la oración) con un corazón humillado y con la firme voluntad y deseo de entender que todo es acerca de Jesús y no de mí, ni de nadie más.
** Esly Felipe Aliaga Mujica, Comunicador Social y Economista Peruano, es Director, Columnista y Programador de Solo Para Ti Radio.Para más información puedes escribir a soloparatiradio@gmail.com.
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